Hidden track report

Tiszaújváros, un lugar de cuyo nombre no puedo acordarme: contexto

Tras pasar la noche del Lunes sin poder conciliar el sueño -en parte por lo que me esperaría, en parte por pensamientos que me atormentaban ya desde hacía tiempo, los cuales no vienen a cuento- comenzaba mi viaje a la ciudad húngara de Tiszaújváros.

En condiciones normales jamás hubiera tomado esta recóndita localidad como destino, pero claro, no viajaba en tales condiciones. Más que por placer, que también, viajaba por trabajo. Y es que había sido asignado por la federación internacional de Triatlón (para la cual trabajo) como aprendiz para supervisar la organización de una carrera. De nuevo les diré, que en condiciones normales no escribiría sobre el trabajo, de nuevo, las condiciones no se antojaban normales. No lo parecían desde luego, más que eso, parecía una historia que apenas he descubierto y ya merece ser contada. Pero primero les pondré bajo algo de contexto.

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El depósito de agua de Tiszaújváros desde la ventana de mi habitación.

La ciudad del Tisza, río que da nombre a la misma, comenzó su existencia allá por el 1955 como parte de un plan de industrialización del estado húngaro al término de la Segunda Guerra Mundial. Como otras ciudades de la Europa socialista, fue concebida de manera planificada para alojar a las personas que trabajasen en fábricas que también serían instaladas a medida que se edificase el pueblo. De esta manera se convirtió en uno de los mayores complejos industriales químicos de Europa Central. Pero tuvo que esperar hasta los finales de los 60 y principio de los 70 para ser algo más que un simple dormitorio de trabajadores, convirtiéndose así en un pueblo propiamente dicho, cuando en una tercera fase de expansión supuso la inclusión de centros docentes y sociales. Sobre esa época se la renombró como Leninváros, para conmemorar el centenario aniversario del nacimiento de Lenin. Huelga decir que dicho nombre cambió en el 1991 al caer el bloque comunista. También por los 70 alcanzó los 10.000 habitantes, cifra que desde entonces ha variado hasta algo más de 18.000 en la actualidad. Tras la desaparición del bloque comunista el pueblo fue de nuevo expandido, esta vez incluyendo templos religiosos y otros tipos de edificios cuya arquitectura contrasta con el típico minimalismo de la planificación urbana comunista.

Pero no es la historia de este municipio lo realmente interesante, lo que merece la pena narrar. Más bien el como este «pueblucho», a la vista estancado en el siglo pasado, se llegó a convertir en el escenario de uno de los mayores eventos de Triatlón del mundo, así como las cosas acontecidas durante tal cita. Pues el evento que aquí celebrado es elogiado tanto por aficionados, atletas, así como por organizadores. Pero claro, siendo honesto, no estoy hablando del deporte más popular del mundo, no obstante, es lo suficientemente popular como para resultar sorprendente.

Hasta el momento me limitaré a narrar la historia que hizo de este pueblo industrial, una cita fija dentro del calendario de competiciones de Triatlón de alta categoría desde hace ya 21 años. Ya será en otro artículo donde deje de lado la historia para centrarme en el presente.

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El pasillo de mi hotel invadido por las bicicletas de los participantes

Todo comenzó cuando el Dr. Gábor Márkus y su familia, habitantes de la localidad, descubrieron el Triatlón allá por los 90. Finalmente terminaron fundando un club de Triatlón y consecuentemente comenzaron a organizar algunas carreras en el pueblo. Pero no fue hasta 1997 cuando se organizó el primer evento de clase mundial, en el cual la familia Márkus tuvo un papel principal por varias razones. Y es que si no llega a ser por la dedicación de la familia a este deporte, tal cosa no hubiera ocurrido.

El padre al parecer era el que «manejaba el cotarro» en cuanto a la organización se refiere. Según mi instructor: aquí el doctor era capaz de poner firme a toda aquella persona involucrada en la producción del evento, normal -aclaraba entre bromas- era el único dentista del pueblo, o le hacían caso o mas les valía no necesitar un arreglo en la boca.

Por otro lado, Gábor, el mayor de los tres hermanos, incluso llegó a un nivel suficiente como para competir en la primera edición de la carrera. Tristemente, tras varios años desde dicha participación terminaría falleciendo después de la famosa fiesta de clausura (que quizás relate si finalmente hace honor a su fama) víctima de un accidente de tráfico. Lo cual añade inevitablemente aún más un halo de sentimentalismo a todo el evento y aún más si tenemos en cuenta que su padre murió el día después del evento de otra edición.

De la misma manera el hermano mediano, Gergely, terminaría participando en eventos de ámbito internacional como árbitro, siendo este su rol en la primera edición del evento. Desde entonces terminó escalando en el mundo del Triatlón hasta llegar a dirigir el departamento de organización deportiva de la federación internacional. Naturalmente, él es ahora el que ha tomado el testigo de su padre en cuanto a la organización del evento. Pese a todo, según me chivan, es el hermano pequeño, Balazs, quien hace todo en la sombra.

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Mi mentor(a la izquierda) en el monumento al Dr Gábor Márkus

Tanto ha supuesto este evento para esta localidad que las fiestas del pueblo coinciden con el evento. Aún que más que coincidir, son una misma cosa. Y es que sin duda el Triatlón se vive aquí con auténtica pasión, lógico, teniendo en cuenta que ni en sus mejores sueños el pueblo hubiera sido anfitrión de tal cantidad de visitantes de todos los rincones del mundo. Motivo por el cual los festejos dan la sensación de quedarle grande al pueblo.

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El cartel de la programación las fiestas

A tener en cuenta es que en un lugar con tan poca historia, sus habitantes no contaban con cierto folclore o tradición local hasta que llegó el Triatlón, del que los Tiszaujvarianos (si ese es su gentilicio en Castellano) hicieron su tradición. Y no deja de impresionarme que a diferencia de las fiestas de la mayoría de los sitios -en las que todo gira en torno a la bebida, comida, bailes y folclore local- estas fiestas giran entorno al deporte. Al deporte y quizás al Palinka, un aguardiente húngaro del cual les daré cuenta siempre y cuando pueda acordarme.

 

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Esta entrada fue publicada el julio 5, 2018 por en Cosas inclasificables, Deporte, viajes.